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Crónica personal de Roberto Colomer, presidente del Club de Muntanya At-Zenet, sobre su paso por la CSP

-Eladi, este año quiero hacer la CSP.

-¿Qué?

-Que este año, como no estamos en ningún control, quiero correr la CSP.

Bendito día.

Han pasado ya más de 5 años desde aquel día en el que Tico, Rubén y Eladi nos comunicaron al CDM At-Zenet que querían montar un ultra paralelo a la MiM de 115 km que discurriese por nuestras tierras. Y que el CDM At-Zenet debía de tomar parte en esa locura, junto con otros clubs para que la prueba se pudiese desarrollar con éxito.

Mucho ha llovido desde entonces. 4 CSP organizando el control, primero dels Molins y luego de Benafigos; 4 años de risas, lluvia, viento, calor, mucho calor, de trabajo y de paellas, la paella de Benafigos. Pero sobre todo de satisfacción, por nuestro trabajo y por el éxito y reconocimiento de la carrera año tras año.

Pero tras cada edición me rondaba una inquietud: qué pensaban, cómo vivían y cómo nos veían los participantes de la CSP a la organización, controles, voluntarios, “a nosotros” en definitiva, pues eran realmente a ellos a quienes nos debíamos.

Así que este año me hice el propósito de averiguarlo personalmente.

Otro bendito día.

Tras los turrones, me pongo en marcha de la mano de mi sobrina Belén Agut: plan de entrenamiento (vaya, cuanto gimnasio y a estas edades), alimentación, mentalización para enfrentarme con el “tú estás loco”, “no la acabarás”, “¿sabes dónde te metes?” con el que te respondían todos a los que se lo iba contando. Bueno, todos menos tres, y sin lugar a dudas, los más importantes para poder afrontar este reto con éxito: mi pareja Anna y mis dos hijos, Marina y Pau. “Rober, entrena lo que haga falta, las horas que necesites y disfruta todo lo que puedas. Aprovecha la ocasión”. A los que nos gusta este deporte sabemos muy bien lo que estas palabras significan, por el sacrificio que exigen a la otra mitad de nuestra familia.

Comienzo a entrenar duro. Entreno con viento, con lluvia, con nieve, de noche, de madrugada, con frío, solo, acompañado, cansado, contento… Entreno todo el recorrido de la CSP, algunos tramos varias veces. Corro en casa y la carrera pasa por delante de mi puerta. Es salir y ya tengo Benafigos a la vista, o Culla con Penyacalva, o Xodos por Vistabella o por la Lloma.

-Eladi, que esto va en serio.

Y por fin llega el día. El bendito día. “Tranquilo que el trabajo está hecho”, “ahora ya está” me dicen todos, y mientras, a mí, ya hace una semana que me tiembla todo y me cuesta dormir. Recogida de dorsales, «charleta» y a descansar. Y sin darme cuenta ya estoy en las pistas de la UJI con el “uniforme”, saludando a los conocidos y totalmente emocionado. A mi sobrina Belén Agut la llaman a la línea de salida. Por algo es la actual subcampeona de la Manada. ¡Qué máquina! Esta chiquilla va a dar que hablar. Si ya tengo la adrenalina a 300, esto todavía me da más satisfacción y aumenta las ganas y la motivación para SALIR YAAAAA…

Un último largo beso a Anna, mi gasolina, y VAMOOOOSSSSS…

Madre mía, qué ritmo, que esto es la CSP no la MiM… ande vaissss, pero si no corro me van a pasar por encima… Cuando me quiero dar cuenta ya veo Borriol y a los primeros subiendo el calvario. Me giro y veo la interminable “serpiente” luces led que viene tras de mí. Guapo. Cruzo la autovía, subo calles (vaya, se ve movimiento) y de repente llego a la plaza. Primer “subidón”, aquello está a reventar de gente animando. Lleno los botellines en la fuente en lugar de hacerlo en el control, que ni lo veo, creo que por disfrutar el momento. Me siento admirado!! Subiendo al calvario, me doy cuenta de lo bonito que es este pueblo, enclavado bajo el castillo iluminado y me olvido de las duras rampas.

Sigo corriendo y trotando mucho rato, tengo dudas de si mantener ese ritmo o contenerlo. Queda mucha carrera. Y muy dura.

De repente oigo música, muy fuerte, y aparece de entre la niebla un gigante enrojecido: Tombatossals. Estoy en la Bassa de les Oronetes. Menudo montaje tienen allí los del Running Castelló. Bravo. Se nota que tienen experiencia y saben hacer las cosas bien. A éstos les queda un largo día, pues dentro de nada comenzarán a pasar casi de golpe los 1500 de la MiM. Yo me hidrato, como y me abrigo, pues aparece una espesa niebla que te va empapando y queda mucha noche todavía por delante. No puedo evitar girarme un par de veces para disfrutar de nuevo de la vista de Tombatossals que emerge entre la niebla. Alucinante. Definitivamente pienso en lo acertado del cambio de horario de la CSP.

Con la luna llena, correr las sendas hasta Les Useres es un placer. Voy con el frontal al mínimo. Hay mucha humedad y con el rocío las plantas brillan como reflectantes con la luz de los potentes frontales. La rambla de la Viuda está señalizada como una pista de aterrizaje, con luces rojas. Vaya tela qué marcaje se ha metido alguno.

La llegada a Les Useres no es tan apoteósica como la de Borriol. Son las 4 de la madrugada y allí vivirán sus mejores momentos dentro de muy pocas horas, con el paso de la MiM. Les Useres se convertirá en una auténtica fiesta. Como un par de bocadillos, me hidrato, descanso 10 minutos y encaro la dura subida hacia Torrocelles. En mis 5 participaciones en la MiM, siempre he pensado que el tramo Les Useres-Torrocelles es crucial para terminar la prueba: suele hacer bastante calor y si no has dosificado bien el ritmo, puedes llegar ya con problemas que te condicionan mucho el resto de la carrera. Pero esto no es la MiM, es la CSP y hago el tramo de noche, con una temperatura muy agradable, con lo que sin darme cuenta estoy en Torrocelles. Casi ni paro allí, he quedado con mi gente, con mis amigos y con mi mujer que llegaré a Atzeneta, mi casa, sobre las 7 de la mañana. Está amaneciendo. No paro de correr hasta llegar al pueblo. Subidón! Muchas caras conocidas, algunas de estupor al verme llegar, y otras de alegría. Allí me espera Anna. Me cambio de ropa, me siento y me como un bocadillo de tortilla de patata recién hecha que me prometió Carlos de la Tasca la Botana. Joder qué bueno!

Pero tengo que seguir. Ahora comienza para mí la auténtica carrera. La que me gusta, la de coger el ritmo y comenzar a subir y bajar de verdad todas aquellas montañas que tan bien conozco.

Al pasar por detrás de mi casa, me doy cuenta de lo que llevo ya de carrera y de que en ningún momento he tenido sensaciones negativas o demasiado cansancio físico. Únicamente mi rodilla derecha parece despertarse y me obliga a hacer las bajadas con precaución, con un dolor que va en aumento.

Paso el control de Benafigos, este año en el centro del pueblo. Es de valorar y agradecer que sus gentes hayan apostado por hacerse cargo del control que hasta este año organizábamos el CDM At-Zenet en el camping de la población. No había paella, pero el trato y el recibimiento que nos dieron, con speaker incluido, fue magnífico. ¡Bravo Benafigos!.

Ahí está. El “bicho”. Penyacalva. Para mí el tramo más bonito de toda la CSP, y el más duro. Subida larga, a ritmo lento, en grupo y con bastante calor. Pero especial y espectacular. Las vistas al barranco del Montlleó son impresionantes. “Mira que habré subido veces esto y cada vez me gusta más” pienso, mientras el compañero que me precede no para de repetir que se comería un chuletón y una litrona fresquita. Es entonces cuando me doy cuenta que mi estómago ruje y mi cuerpo pide gasolina, pero de la buena. Ni rastro queda del bocata de tortilla de Atzeneta. Estoy a mitad de carrera y los geles comienzan a saturar mi estómago.

-Carmeleeee, un plato de pasta con atún y tomate para el de Atzeneta, que se le nubla la vista!

Culla aparece como un oasis y un mercado callejero a la vez. Una locura de gente entrando y saliendo, un caos bien organizado por los amigos del Mur i Castell. Ropa seca, caldo y comida de la buena. Me cambio de nuevo y con la asistencia que me da mi ángel de la guarda salgo totalmente renovado y cargado de energía y ya pongo en el punto de mira a Sant Bertomeu, que se ve a lo lejos. Es un tramo duro, largo, pero realmente precioso, con nuevos tramos recuperados del olvido y que ponen en valor si más cabe la esencia de esta carrera.

Llegar a Vistabella es de nuevo un aliciente para mí. Los de Villarriba son algo más que amigos, y lo saben. Un referente en este mundillo, con su magnífica Cursa. Son garantía de un trabajo bien hecho. Sin ellos esta carrera no tendría mucho sentido. Vistabella is Vistabella!

La entrada al control es triunfal. Están todos allí. Pancarta de recibimiento, les grito ¡Viva Villarriba! y todos me contestan. Peeeeelos como escarpias. Qué gozada. Otro subidón.

-Cómo vas Rober?

-Cansado pero bien. La rodilla no me deja trotar en las bajadas, pero no será problema.

A estas alturas ya tenía claro que, salvo caída o algo inesperado, iba a terminar la carrera. No cabía en mi mente no hacerlo. No importaba en cuanto tiempo. Además, allí mi Garmin dijo basta, se murió. Eran ya 16 horas de trabajo.

Salgo de Vistabella lloviendo, pero no llego ni a ponerme la chaqueta reglamentaria. La fina lluvia que me acompaña hasta llegar a Albages, me reconforta y refresca, con lo que me olvido del cansancio y de nuevo afloran las buenas sensaciones. El sol aparece antes de llegar a Xodos y nos brinda un par de arcoíris dignos de estas montañas. Mi cabeza está siendo clave y en todo el recorrido mi nivel de disfrute ha estado por encima del de cansancio, y en ningún momento he tenido la sensación de estar sufriendo.

Xodos ya presenta la resaca del paso de la MiM. Caras cansadas, personal disperso, controles desajustados, otro caos controlado. Control muy exigente, más este año en el que nos hemos juntado MiM y CSP. Bravo por la gente de Xodos, otro pueblo pequeño que se vuelca y lo da todo para y por nosotros.

-¿Cuántos kilómetros llevas?-me preguntan una pareja de participantes de la MiM que me cruzo al salir de Xodos.

-101 y 18 horas.

-Maríasantísima – me contestan con una carcajada.

Eso mismo pienso yo.

Me quedan 15 km. Buff, pero que 15. Llegar al Mas del Collado es duro, muy duro, pero no sufro. Troto lo que puedo y mantengo buen ritmo subiendo. No sé qué hubiese hecho sin los bastones. Han sido una gran ayuda desde el principio y los he llevado acoplados a mí como si nada, sin molestarme ni un momento. Dejo la senda y llego a la pista. Levanto al cabeza y veo las chaquetas rojas y fosfi de los bomberos. Otros ante los que me quito el sombrero. Están ahí un montón de horas, son voluntarios, y estarán hasta que no pase el último de los participantes, dentro de unas cuantas horas. Muchíiiisimas gracias. Reconforta salir del control, entrando ya en la noche y saber que ellos estarán para ayudarte si pasa algo.

Todavía puedo trotar, lo que me permite llegar a poder ver, una vez más, la majestuosa pared del Penyagolosa con la luz del día.

-Lo que me ha costado llegar hasta aquí, cab….azo!!

Me queda una última subida. El voluntario del Club de Puertomingalvo le canta la hora a un compañero.

-Las ocho y veinte!

-¿Qué? ¿Les vuit i vint? Si aprieto llego sobre las nueve. Pero como vas a apretar, si no puedes, xalao -me digo.

Ya te digo si puedo. Fue llegar al Corralico, ver la explanada de la base del pico, colgarme los bastones y comenzar a correr hacia Sant Joan. Y gritando. Gritando no se qué, pero gritando de alegría. Ya era capaz de oír la música de Depa y a Jaime nombrar a la gente que iba llegando a meta. Y en nada dirían el mío! Y yo seguía berreando y riendo.

PARE ERES EL MILLOR

CAMPIO DE LA CSP

Con esas pancartas me esperaba mi familia en meta. Me pongo a bailar. Es el resumen de 4 meses de esfuerzo, mío y de ellos, el resumen de una prueba que he podido vivir, sentir y disfrutar, esta vez desde dentro, como participante. Una experiencia inolvidable, que deja en mi mente una paleta de imágenes y sensaciones imborrables e impagables.

Ahora ya puedo ser más objetivo. Ya no me invadirá tan insistentemente esa sensación de responsabilidad, de trabajo bien hecho, de entrega, que realizan todos los componentes de una carrera como esta: organización, asistencia médica, cuerpos de seguridad, salvamento y sobre todo voluntarios. Voluntarios de clubes y pueblos que se involucran en ella con el único objetivo de poner en valor y poder mostrar sus tierras, sus montañas y sus gentes. ¡Va por ellos!.

-Eladi, repetim?.

Roberto Colomer

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